En la mañana un vecino nos alertó acerca de lo que estaba sucediendo en el frente de la entrada al Hogar de Ancianos. Allí acudimos presurosos y fuimos testigos de la caída de la segunda de las dos añosas palmeras que flaqueaban la mencionada entrada. Los argumentos para semejante mutilación, que modificarán sustancialmente el paisaje, se sentaron en que dichas especies eran albergue de decenas palomas que afectaban seriamente al edificio y además perturbaban el descando de los habitantes del hogar cuando gustaban salir a sentarse en los bancos colocados en dicho lugar.
En fin... ya es tarde para cualquier especulación o debate. Las palmeras, por estas horas, son parte del pasado. No dudamos que la mejor buena intención inspiró a las autoridades a tomar esta determinación. Queda saber si fue la más acertada atendiendo a que las palomas continúan asentadas en gran cantidad sobre los techos del Hogar.
Las palmeras extraídas sin duda no estaban allí desde los orígenes del pueblo pero ejemplares similares los hubo desde la fundación, tal vez como producto de la amistad del fundador con el paisajista francés Carlos Thays, muy afecto a las palmeras provenientes de Brasil. Tahys fue subordinado suyo cuando Bunge ocupaba la Intendencia de Buenos Aires y él era director de Parques y Paseos. Aún se conservan algunas especies en la plaza principal o en la sede de la cooperativa (Ex Sociedad Española). Sería importante medir los beneficios que puede aportar continuar derribando árboles como en este caso, que sin ser autóctonos, embellecen el ya empobrecido paisaje natural bungense.
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