viernes, 12 de octubre de 2018

A 110 años de la inauguración del templo parroquial de Emilio V. Bunge

A 110 años de la inauguración del templo parroquial de Emilio V. Bunge

Por Tomás Eduardo Penacino (*)


Templo y cura en la puerta (2009/2010)

Desde las aguas del bautismo hasta la celebración de las exequias, bien se dice que la Iglesia acompaña a sus hijos “desde el primer grito al último suspiro”. Prácticamente la totalidad de la comunidad civil ha encaminado sus pasos al templo o, como comúnmente se expresa, “a la Iglesia”. Allí se fueron dando los sucesivos pasos en la Fe que permitieron a sus habitantes descubrir amar y compartir a Jesucristo como Señor y dador de vida.

      Bien lo entendió el fundador el doctor Emilio Vicente Bunge, que junto con  la tierra y los enseres para la siembra y la cosecha; el tren y la escuela, el almacén y la estafeta del correo, era una vital necesidad  “tener Iglesia”. El era un creyente. Los inmigrantes también traían entre su bagaje, principalmente acuñado en el corazón de las mujeres, el credo católico. Aquellos italianos, españoles y belgas como así también el nativo de estas tierras, necesitaban sustentar en Dios, la esperanza que los había traído a estos parajes y confiar al Señor y a la Virgen  las dificultades y contratiempos propios de una aventura que comenzaba con más dudas que certezas. Por eso, desde muy temprano  Bunge tuvo Iglesia y cura para apacentar el rebaño.

Antes

   Ya a fines de siglo XIX los pobladores se fueron asentando en las tierras de Emilio V. Bunge. Para resolver sus necesidades básicas poco a poco fueron surgiendo pulperías y comercios.
Por entonces, fuera de las prácticas religiosas (oración y bendiciones) desarrolladas dentro de cada familia, para bodas, bautismos y demás sacramentos, se esperaba a los misioneros que pasaban de tanto en tanto o se viajaba a Villegas que por ese entonces ya contaba con templo parroquial y sacerdote. Recién hacia fines de 1908, fue cuando la capilla de Bunge se hizo realidad.


Sueño del fundador
A medida que la comunidad fue tomando forma, Emilio Vicente Bunge empezó a forjar la idea de dotar al pueblo de templo religioso y gestionar un sacerdote para que celebrara los oficios.
 San Juan Nepomuceno: mártir del sigilo sacramental
 Primeros casamientos

    Para eso, en correspondencia a Pedro Bargero, su administrador, se comprometía a sostener casa y sueldo, y rogaba hiciera frente a las trabas que estaban presentándose desde la masonería, según sus propias palabras.
    Para construir la capilla, levantada entre 1906 y 1908, trajo constructores de Buenos Aires, que se incorporaron pronto a la vida de la comunidad y materiales hasta de Europa. Como un crucifijo de mármol que debido a su tamaño, quedó en la capilla de responsos de la Recoleta.
     Grandes sinsabores y erogación de dinero le costó al fundador la construcción del templo. Profusa es la correspondencia con Bargero donde deja traslucir su malestar: “Recibí su carta de ayer y por ella veo que con la llegada del cura, el diablo anda suelto por allí y que no sabe don Nicasio (Vergara) como arreglar la puerta y tanto sabio albañil que hay allí como no sabe. La cuestión es que se tome el trabajo de llevar al albañil para que arregle. Serán muy brutos si tuviera que llevar uno de aquí. La desgracia mía es estar enfermo; así cada cosa es un bochinche. Dígale a don Nicasio que vea al albañil y si no que porqué cobraron tanta barbaridad por la puerta. Eso sería un robo si todavía no está como debe estar y lo que es, yo no haré nada por la capilla porque me ha enfermado. Veo como me han saqueado y que se ocupe el cura de ver que Nicasio arregle la puerta, que para tomar (…) le queda tiempo” (carta del 23.01.1908)

Los porqué  del patrono
       Según Catalina Bunge, nieta de don Emilio, el nombre dado a la iglesia, fue en recuerdo a su esposa Juana Chás. También es viable pensar que fuera en homenaje al obispo de la Plata, Juan Nepomuceno Terrero, de quien dependería la nueva capilla.

    El apellido de Juan era Wolfin y había nacido hacia el año 1345 en la aldea de Pomuk (de ahí el sobrenombre de Nepomuceno) situada en la Bohemia meridional (actual República Checa). Hijo de pobres labradores y huérfano desde muy niño, los monjes del vecino monasterio cisterciense se hicieron cargo de él.
   Realizó los estudios superiores en la ciudad de  Praga. Promovido al  sacerdocio su carrera fue ascendente. Wenceslao I, rey de Bohemia, nombró a Juan Nepomuceno confesor de la reina. El rey nada sabía de la doctrina de Jesús y, aunque aparentemente se presentaba como cristiano, su interior estaba lleno de pasiones desordenadas.
Según cuenta la tradición un día el rey reclamó la presencia del sacerdote
-Juan, le dijo, necesito saber los secretos del corazón de la reina. Tus los has escuchado de sus propios labios, como confesor. No -repuso Juan- No puedo revelarlos majestad. Es un pedido sacrílego. Mi religión me lo prohíbe. Prefiero morir a ser un mal sacerdote, quebrantando el secreto de confesión.
Wenceslao dio uno pasos. De pronto, la ira se apoderó de él y ordenó a sus soldados castigar al sacerdote. Lo apalearon con bárbaro rigor. El propio rey aplicó una tea encendida en el cuerpo del mártir, quien se retorcía de dolor sin proferir una sola palabra.
Transcurrieron varias semanas y, cuando sus llagas y heridas curaron, volvió el sacerdote a los oficios divinos. Retornaba de la casa de un moribundo, donde había ido a auxiliarlo con los últimos sacramentos, cuando el rey lo vio desde un balcón y le requirió de inmediato su presencia para insistirle que le revelara los secretos de confesión de la reina. Solo hubo silencio de parte de Juan Nepomuceno. Fue entonces atado de pies y manos y arrojado desde un puente al río Moldava en el corazón de Praga, donde encontró la muerte. Era el año 1393. Fue proclamado santo por el papa Benedicto XIII el 19 de marzo de  1729.Sus reliquias se guardan en la Iglesia metropolitana de San Vito, en Praga.
 
 El primer obispo
   El pueblo y colonia "Emilio V. Bunge" estuvo comprendido, en los comienzos, dentro de la diócesis de La Plata, creada el 15 de marzo de 1897.
   Entre los ruegos de Bunge a Bargero, constaba el pedido a la gente para que no bautizaran sus hijos en Villegas y sí lo hicieran, cuando el obispo viajara al lugar a bendecir la Capilla. Esa era la aspiración del fundador, con relación a que, monseñor Juan Nepomuceno  Terrero, quien fuera designado por el papa León XIII como segundo obispo de La Plata, se llegara hasta Bunge, lo que nunca sucedió.

   La primera misa
   Según anotaciones de Pedro Bargero en su diario personal, la primera misa se realizó finalmente el 1º de enero de 1908 cuando aún no estaba el altar ni la imagen del patrono. 
Unos días antes, el fundador le escribe a Pedro Bargero: “Hoy estuvo el cura conmigo y me ha dicho que el sábado por la mañana estará en ésa y que aunque no esté el altar y demás cosas necesarias todavía listas, piensa que para el domingo podría decir una misa en la capilla aunque sea con una mesita. En fin, ya entrado Enero ya estará todo listo pues estoy apurando el altar, es muy bonito y lo cargarán a fin de mes (al tren) así que con todo eso ayudará a los colonos a recoger trigo este año y que no les llueva tanto pero lo principal para mi es que me ponga sano y no siga tan embromado como estoy” (carta del 21-12-1907)

   Se inaugura el templo
    Con una solemne liturgia y fiesta popular se inauguró el templo el domingo 18 de octubre de 1908. Ese día se entronizó la bella imagen de San Juan Nepomuceno traída por el fundador.

  Eugenio Bianco ( 1908 - 1919): el primer cura

Padre Eugenio Bianco

      El cura Bianco ocupa un lugar destacado en nuestra historia por ser el primer sacerdote del naciente  pueblo y colonia. Italiano de la región de Calabria, “con fecha 5-01-07 pidió ejercer su ministerio en la diócesis de La Plata. Tenía por entonces 35 años y provenía de la diócesis de Nola (Italia)”.Celebró la primera misa en Bunge, realizó los primeros bautismos, los primeros casamientos; impulsó la construcción del cementerio, y atendió además, los requerimientos eclesiales de los pueblos vecinos.

  Capellanía Vicaria
   El 15 de noviembre de 1909, el obispo de la Plata monseñor Juan Nepomuceno Terrero decide establecer en Bunge una capellanía vicaria. El padre Eugenio Bianco fue designado capellán vicario.
  
  Primeros bautismos
  Seguramente se realizaron bautismos en Bunge, con anterioridad a la fecha consignada en el libro primero de la "capellanía vicaria", y debieron ser asentados en otra jurisdicción.
Administrado por el padre Eugenio Bianco, el 21 de noviembre de 1909 en el libro primero de bautismos, está asentado el bautismo de María Ignacia Villarreal, hija de José Villarreal y Rita Maldonado. Fueron padrinos Mariano Arozarena y su esposa. El 22 de noviembre de 1909 fue bautizada Carolina Bertolotti, hija de Sebastián y Magdalena Gaido.

El primer casamiento en el nuevo templo: Evaristo Scheys, belga de 29 años con Catalina Gielis, belga de 28 años el 28-11-1909 .Fueron testigos de la boda Francisco Gielis y María Carmenlix de Gielis. El celebrante, obviamente, el padre Eugenio Bianco.
El 8 de diciembre del mismo año contraen enlace Rafael Tomassi con María Maranzani y el 12 de diciembre Antonio Centenare con María Elena Fernández.

  Primeras confirmaciones
   El día 30 de abril de 1911, un acontecimiento de extraordinarias características vivía la Iglesia local en consonancia con el clima de fiesta que reinaba con motivo de la inauguración en ese día, del monumento al fundador del pueblo. Con la presencia del presbítero Dr. Claudio E. Bourdet, inspector de Parroquias del Obispado de La Plata, ¡trescientas treinta y nueve  personas!, en su mayoría niños y jóvenes, recibieron el sacramento de la Confirmación.
Entre otros fueron confirmados en su Fe: María Esnal (18 años), Tomás Gianoglio, (18 años), Emiliano Vaquero (9 años). Familias enteras recibieron el signo sacramental. A Título de ejemplo don Miguel Carle y señora pidieron el sacramento para sus hijos. Ana; Catalina; Albina; Atilio Miguel, José Domingo y Petrona. Santiago Tolosa y Juana Apalategui lo hicieron para sus hijos: Teresa; Josefa; María; Ignacio y Juan.


Primitivo retablo del templo
*) El texto compartido es parte de la publicación “Cien años de siembra” (1908-2008)



No hay comentarios:

Publicar un comentario