Con un gran marco de gente, se festejó el
“Día del Niño” en la Casa de la Cultura.
El
domingo 18, sobre Emilio V. Bunge se
presentó frío y con algo de viento, propio del mes de Agosto. Esto no amedrentó
a numerosas familias que se dieron cita en el patio de la Casa de la Cultura
para vivir una tarde, a la que no le
faltó ninguno de los condimentos que la fecha requería.
Prácticamente
todas las instituciones de la comunidad, hicieron su aporte para que la fiesta
fuera posible.
Después
de las dos de la tarde, munidos de equipo de mate y reposeras, se armaron
ruedas de padres por todos lados, en tanto el sol se asociaba arrimando sus
tibios rayos.
En
el salón cubierto, algunos artesanos locales exponían sus creaciones. En tanto
los Bomberos Voluntarios fueron armando un circuito y los jóvenes del grupo
parroquial disponían distintos juegos; la Biblioteca “Maestro Trombotto” armó
un rinconcito con libros; un par de
peloteros inflables estuvieron desde hora temprana a disposición de los
pequeños en tanto Mariano Barreira, inundaba el aire de música.
Manos y corazones arriba
Puso
en marcha la música y la danza el dúo “Las Jupanas” integrado por Gisela
Larramendy y Magali Ibáñez, quienes hicieron bailar a grandes y chicos. Luego
los niños fueron recorriendo el circuito de bomberos y también hicieron
práctica guiada de manejo de las mangueras con agua. Algunos chicos se prendieron
en un partido de fútbol, las nenas se hacían pintar sus caritas con los jóvenes
del grupo misionero y también con “Las Jupanas”; otros afinaban su puntería con
el “tumbalatas” o acertando con los aros.
Chocolate, tortas…. ¡y regalos!
Llegó
después la torta y el riquísimo chocolate que fue repartido por los voluntarios
entre la multitud.
Se
habían preparado más de 300 bolsitas con golosinas, tarea a cargo del Jardín de
Infantes, en tanto que el grupo juvenil de la Parroquia “San Juan Nepomuceno”,
logró reunir en la semana una gran cantidad de juguetes, que fueron repartidos
entre los niños.
Cerca
de las 5 de la tarde, y cuando el frío amenazaba con pegar la vuelta por el
lugar, Gisela y Magali volvieron a
convocar al baile, para realizar un hermoso cierre.
La
bella jornada vivida puso de manifiesto una vez más, lo que es posible lograr
cuando hay un objetivo común y todos se suman para hacer lo que más nos gusta a
todos: ¡compartir la vida!
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