viernes, 24 de febrero de 2017

Solidaridad sin fronteras

FORJADORES DE ESPERANZA
Parte del grupo de trabajo. Paula Barrios (segunda de la izq.) junto a algunos de sus compañeros.

                                Momento de acción de gracias por la finalización de la construcción.
                                 Vista interior del aula terminada.
Los 18 voluntarios del grupo de Paula Barrios. (2ª de la izq. , abajo)
Solidaridad sin fronteras
Paula Barrios es una joven de Tres Algarrobos. Desde adolescente participó de los grupos juveniles de la parroquia de su pueblo. Hoy, con 21 años y cursando la carrera de Actuario en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA en Buenos Aires, decidió invertir sus vacaciones de verano, ayudando a construir aulas en comunidades rurales de Mozambique.

     La organización “Somos del Mundo” surgió a partir de un grupo de voluntarios involucrados con “Techo” (antes “Un Techo para mi país”). La presencia en Mozambique del sacerdote argentino Juan Gabriel Arias, en la misión Mangundze, en la provincia de Gaza, al sur del país, creo el vínculo.
     El cura fanático de Racing que pintó la Iglesia con los colores del club de sus amores, recibe desde hace algunos años a grupos de jóvenes, que costeándose sus propios gastos, levantan aulas con la participación de los habitantes del lugar.
     Acerca de su vínculo con la ONG, Paula nos cuenta desde Mozambique: “Llegué a “Somos del Mundo” a través de mi voluntariado en “Techo”. En una construcción, conocí una chica que me contó que ese verano se venía para acá y ahí quedó la historia. Casi dos años después en otra construcción, me agrego con otro chico a Facebook; él publica la postulación para la búsqueda de voluntarios para venir a Mozambique (él había viajado en el verano de 2016). Después de una semana de dudarlo me anoté, tuve un par de reuniones y una entrevista. Al mes más o menos, me avisaron que estaba en el grupo para venir, si seguía interesada. Así es que, a partir de ese día y durante seis meses, tuvimos reuniones quincenales todos los voluntarios y semanales con mi grupo, para aprender de la cultura local, portugués, Xichangana, que es el dialecto que se habla en el sur de Mozambique; planear eventos y ver cómo venía la recaudación para la construcción de las aulas.
¿Cómo estás viviendo esta experiencia?
Estoy muy muy feliz, se me pasó volando y todavía no puedo digerir todo lo vivido. Con mi grupo (somos 6) estamos en una casa de hermanas y los otros dos grupos se quedan en una casa al lado de la parroquia de “Juanga” (Juan Gabriel Arias), el cura argentino. Ya hicimos dos aulas en las comunidades de Muxuo y Cumbane. Los días de construcción vivimos en las comunidades; son más o menos 4 o 5 días ahí, viviendo con las mamás y los papás que nos reciben en una casa, nos cocinan y nos ayudan muchísimo a construir. El lunes 27 de febrero, arrancamos a construir la tercera y última aula.
¿Cómo es el vínculo con los lugareños?
Ellos tienen una energía increíble; son súper hábiles y a nosotros nos destruye el calor así que físicamente, estamos haciendo menos de lo que imaginé. Sin los papás de la comunidad sería imposible la construcción del aula. Estoy muy feliz, disfrutando todo. Los miedos que tenía del choque cultural y que me costara adaptarme a las condiciones de vida de acá, se me fueron, gracias a Dios. Nada de eso me impidió encontrar la esencia de este viaje. Es dura la vida en este lugar; hay mucha pobreza, no sólo en las comunidades, sino en general. La cultura es bastante machista y al blanco se lo mira con otros ojos, pero siempre nos acogieron muy bien.
Toda la preparación de los seis meses anteriores, hoy puedo ver que fue fundamental para entender, aprender y saber de experiencias de los que ya vinieron. Creo que eso fue clave para mí disfrute del día a día. Entender el idioma y particularmente el dialecto local, es la llave de entrada a los corazones de los lugareños. Acá al blanco automáticamente se le habla en inglés y cuando nosotros contestamos en portugués ya cambia. Ni hablar cuando hablamos en Xichangana, se quedan sorprendidos y se estallan de la risa. A partir de ahí, la conversación cambia de tono.
¿Cuantas personas integran el grupo y como se financia la construcción de las aulas?
Este verano somos 50 voluntarios divididos en grupos de 6 personas, que venimos entre enero y marzo por cuatro semanas, para construir tres aulas cada grupo. El material de las aulas se financia a través de eventos, rifas y donaciones que nosotros nos encargamos de llevar a cabo y el resto de los gastos (pasajes, días de descanso y demás) corre por nuestra cuenta.

Contacto con “Somos del Mundo”: Facebook/somos del mundo
                                                              www.somosdelmundo.org



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