Después de una larga convalecencia, falleció en Bunge el
querido vecino Horacio Marra.
Horacio junto a su familia en febrero de 2018 |
Este martes 26, el pueblo amaneció con la triste noticia
de la muerte de Horacio Heriberto Marra, el hijo mayor del hogar fundado por
Berardo” Cholo” Marra y Teresa Pascuali.
“Guadaña” como muchos cariñosamente lo apodaban, formó un
hogar junto a María Virginia Iturria y de dicha unión, nacieron sus dos hijos:
Daniel y Elina.
Horacio fue uno de los primeros empleados de
la cooperativa eléctrica a la que ingresó como contratado en 1965, para tomar
estado de medidores y realizar cobranza. Se retiró de la cooperativa en
diciembre de 1971. De aquella época, alguna vez compartió sus recuerdos: “Trabajé en el tendido de la línea detrás de
la vía. No tenía luz el “Barrio Norte”. La línea la hicimos con materiales de
Bunge. Las columnas las hizo “El Vasco” (Miguel) Malas Echeverría, que tenía una fábrica de blocks. Marcelino Hernández
era el encargado de hacer los pozos a pala. Cargábamos las columnas con el
camioncito Chevrolet 28’. Era un Ford “T” que había sido de “Moraglio y Marra”
y le habían puesto un motor de Chevrolet. Tenía una marcha para adelante y la marcha atrás, y sin
frenos. Había que frenar con la caja. En el pozo poníamos una tabla;
levantábamos la columna a soga hasta que caía dentro del pozo.(…). “No había
herramientas. Cada uno tenía su pinza; te la tenías que comprar vos”.
“Una vez se rompió el
camioncito y (Pedro) Pasquini nos prestó el carrilín que tenía un caballo
blanco mansito. Tenía que cambiar los focos de los faroles de la calle. Eran
focos de 200 w que se quemaban cada dos
días. ¡Era suicida lo que hacíamos! Poníamos el carrilín bien debajo del farol; sobre el carro apoyábamos la escalera
de dos hojas y con una mano
desenroscábamos el foco quemado y con la otra nos teníamos de la escalera. Por
suerte el caballo nunca se movió”.
Horacio, después de la cooperativa, montó en
el garaje de la casa paterna, su taller de electricidad del automotor, hasta
que pudo levantar su propio taller, en el terreno donde antiguamente estaba la
pista de Fútbol Club.
La
pesca: su pasión
Nuestro vecino encontraba en la pesca
deportiva, un magnífico pasatiempo. Con distintos compañeros, o con su esposa
Virginia, los fines de semana partía hacia las lagunas de la zona a “despuntar
el vicio”. Horacio decía siempre que “el
peor día de pesca era mejor que el mejor día de “laburo”.
En una nota que realizamos para “El Aguacero”,
en junio de 2017, rescató numerosas anécdotas de su afición al deporte de la
caña y los anzuelos: “Cuando
empezamos a ir a Onagoity había una islita donde
se pescaba lindo. Había que
llegar caminando por el agua, que te llegaba a la cintura. Carlos Marra nos
dice: “Voy a ir a un remate de chatarra del Ejército y voy a ver si les consigo
un bote de desembarco”. Apareció un día con uno, donde cabían seis personas.
Era de lona, tenía piso de madera y dos remos a pala. Llegamos a la laguna y lo
inflamos con un fuelle. Había ido “Nino” Bochi de Villegas, pariente de “Tito” Marengo,
que le había agarrado un
infarto hacía poco y no podía hacer fuerza. Subimos los seis y salimos para la isla; anclamos, bajamos,
pescamos todo el día. A la tardecita cuando salimos, el bote estaba desinflado.
Algunos se fueron caminando. Con Tomás Vaqueiro, intentamos llevarlo para la
costa y en un momento se dobló al medio. Nos tiramos al agua; me acuerdo que yo
tenía un pulóver de lana hilada. ¡Lo que pesaba! El agua casi nos tapaba y con dos
sogas que atamos, lo fuimos llevando”.
No dudamos que por sus valores humanos Horacio
seguirá dando luz a su familia y a todos los que han compartido con él, horas
de trabajo y esparcimiento.
¡Hasta más vernos!
Horacio Marra (3° de la derecha) junto a otros pescadores en la casa
de Ariel Poy, en Junio de 2017
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