miércoles, 20 de diciembre de 2017

El mentor de El Aguacero dejó de editar su semanario



Este miércoles 20 de diciembre, salió el último número de "La Voz de Vedia", semanario que cubrió el acontecer de las comunidades de Vedia y pueblos del distrito de Leandro N. Alem, durante 38 años. Su editor Guiillermo Fossaluzza fue el que impulsó al nacimiento de "El Aguacero" en setiembre de 2011.
A modo de gratitud, hicimos llegar unas líneas que tratan de poner de relieve el rol fundamental que ejerció La Voz por aquellos pagos con una línea editorial nunca traicionada.

El eco de La Voz seguirá resonando
Estimado Guillermo:
                                          En el momento de las horas difíciles, la cercanía de los amigos hace que, de algún modo, cruzar la frontera hacia lo nuevo, tenga la fortaleza de saberse acompañado. Desde esa perspectiva te arrimo estos párrafos enmarcados en la gratitud.
                                          Vedia ha tenido durante 38 años, quien ha escrito, en expresión del Papa Francisco, “el primer borrador de la historia”. La crónica de los hechos y protagonistas de un tiempo que va desde las oscuras horas de la Dictadura Militar, pasando por el regreso de la democracia hasta este hoy complejo y cargado de incertidumbre, tuvo para toda la región, una Voz para contarlo.
                                         Desde el lugar del lector, creo que lejos está el semanario que, por decisión de su director, tiene los días contados, de ser un hato de “papeles sucios de tinta que solo sirven para prender el fuego del asadito los domingos”. Desde sus páginas, que más de uno atesorará con alma de archivista en su memoria, seguirá chorreando la vida. Vedia y los pueblos vecinos podrán reconocerse si quieren, en sus miserias, en sus horas de dolor, en sus logros, en sus fiestas populares, en la entrega generosa de la gente que ha mantenido de pie las instituciones.
                                         Debe agradecerse también el profundo sentido de la ética periodística y el sostenimiento de una línea editorial que se mantuvo impoluta en todo el camino, mirada puesta en un país inclusivo para ser la voz de los sin voz y decididamente del lado de los valores esenciales como la libertad y la justicia.
                                        De modo personal, no sé si agradecer o maldecir el preciso instante en que me invitaste a escribir el “borrador de la historia” de mi pueblo, Emilio V. Bunge y comunidades aledañas. A juzgar por lo que me ha sucedido en estos siete años de camino con “El Aguacero”, concluyo en decirte: “¡Gracias!”. Con tu experiencia, impulso y consejos detrás, colgada la corbata de bancario en un clavito, nos largamos a ejercer vocacionalmente el periodismo.
                                      Gracias finalmente por tu amistad, que brotó espontánea en aquella mañana de noviembre de 2004 en que te sentaste en la silla de la gerencia del Banco Provincia, para hacer una nota de presentación a la comunidad. Está muy fresco también ese momento en que, con el camión de la mudanza cargado, llegaste con un tremendo cuadro de Molina Campos cuyo bien montado “patrón”, es mi ladero en los días de redacción de mi mensuario.
                                      Tantos años de periodismo no te han asegurado el pan de los días que vendrán, menos aún en la perspectiva “macrista” del destino de los jubilados. Me imagino  que será muy difícil resolver también, el cese del vínculo cotidiano con tus colaboradores, en especial con el multifacético y apreciado Mario, con tantos años cerrando edición codo a codo y mate a mate, fumándose de rebote tus cigarrillos uno tras otro.
                                   “La Voz de Vedia” no ha servido como suponés,  solamente para avivar el fuego de un asado dominguero en “El Biguá” o, como lo hacía mi inolvidable compañero “Chacho” Cabrera, para limpiar los vidrios del banco. “La Voz de Vedia” seguirá resonando de generación en generación y tal vez muy poco recuerden al editor de apellido tano que lo parió y mantuvo casi quijotescamente con vida, durante casi cuatro décadas.
                                   Traduzco mi deseo de reencontrarnos, desde algunos versos del poeta Domingo Morandini, a quien, entre otros, ayudaste a sacar del olvido con tu publicación: “Siento por momentos /unas ganas inmensas de encontrarte/en una calle cualquiera/como antes. Y sentarme en un banco de la plaza/aunque parezca antiguo y desusado”.
                               ¡Fraternalmente!

Tomás Penacino
Emilio V. Bunge (Bs As.)



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