La tormenta no detuvo a los caminantes que
realizaron la 5ª peregrinación a Bunge en el día de la Inmaculada Concepción.
por Tomás Penacino
Este
viernes 8 de diciembre quedó demostrada una vez más que la Fe vence todos los
obstáculos y en especial, cuando la madre va acompañando el caminar de sus
hijos.
A
las 2 de la mañana se pusieron en marcha las columnas de peregrinos desde
Piedritas y Coronel Charlone, hacia el templo parroquial “San Juan Nepomuceno”
de Emilio V. Bunge. Una hora más tarde los relámpagos trajeron enancada a la
lluvia que se descargó sobre los romeros para empaparlos en minutos. Aunque
algunas dudas surgieron de los organizadores, intentando proteger a la gente y
ofreciendo la posibilidad de pegar la vuelta, todos siguieron adelante. En la
comunión con la naturaleza que proponía San Francisco de Asís, la lluvia fue
tomada como una hermana. Si bien la mojadura hacía que la ropa se pegara a la
piel, a la vez traía consigo un poco de alivio a la alta temperatura que se
sufrió en la víspera.
Como
Gene Kelly “cantando bajo la lluvia”, casi al mismo tiempo, alrededor de las 7
de la mañana, los dos contingentes coincidieron en el portal de acceso a Bunge,
con los equipo de apoyo de Bomberos y particulares con balizas al frente.
Luego
vino el ritual donde se unieron detrás de las dos imágenes de cabecera, las cinco comunidades representadas en la
peregrinación: Piedritas; Emilio V. Bunge; Coronel Charlone; Santa Regina y Cañada
Seca. Siempre cantando y vivando a la Virgen se arribó a la iglesia local donde
esperaba el Padre Alcides Valverde para dar la bienvenida.
Se
vivió luego la Santa Misa donde el sacerdote invitó a tomar tres actitudes brotadas
de la Palabra de Dios para este día: Ganar la alegría, perder el miedo y
abrirse a la voluntad de Dios.
Aun
con el cansancio a cuestas, varios de los que caminaron se quedaron un rato más
para compartir en el Instituto “San Juan Nepomuceno” unos un café, un mate y un
trozo de torta. Surgió también el intercambio de experiencias siempre
reconfortantes, que deja la más fuerte expresión de religiosidad popular que
tiene el pueblo argentino: la peregrinación.
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